“Un camino de arte cobrizo” Daniel Alejandro Cuenca
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Daniel Alejandro Cuenca nació en Pichanal, una localidad del departamento de Orán, en la provincia de Salta, República Argentina, un 11 de marzo de 1983.
Sus padres, Ana y Miguel, criaron y educaron con mucho amor a sus ocho hijos; él es el cuarto.
Cursó sus estudios primarios en la escuela Reconquista, en su pueblo natal, al igual que el secundario técnico, que no pudo terminar porque era necesario salir a trabajar.
Desde los ocho años, comenzó a hacer artesanías con madera, hilos y alambre de cobre que su padre le daba, ya que hacía refrigeración y lo sacaba de los motores de las heladeras.
No había Internet y poca era la comunicación. Se inició solo en el camino de este arte, que se volvió su pasión.


Por razones de trabajo viajó a la provincia de Tucumán. Allí encontró el apoyo y orientación de la señora María del Carmen Servino, encargada del Centro Cultural Eugenio Virla, donde hizo su primera exposición. Gracias a esta señora tuvo la posibilidad de terminar su secundario e ingresar a la Universidad Nacional de Tucumán, donde actualmente cursa quinto año de la Licenciatura de Lutería. En este, su mundo, continúa desarrollando destrezas y habilidades.
No ha dejado de expresarse en el arte haciendo piezas con alambre de cobre que teje con pinzas. Ha investigado y perfeccionado su técnica de tejido. Comenzó diseñando piezas pequeñas, como alhajeros (un mes de trabajo), jarrones, floreros… que requirieron menos trabajo porque no son tan complicadas.
Cuando cursó el secundario y se contactó con las culturas precolombinas americanas, se identificó con ellas y se emocionó, porque sus piezas artísticas tienen mucho de esas culturas y él lo desconocía.
Entonces, decidió hacer su máxima obra hasta el momento: el calendario maya. Intercaló distintas tonalidades de cobre para que se pueda apreciar bien los dibujos. En algunas partes ha dejado el cobre natural, sin esmaltar, para que la naturaleza también estampe su firma. Demoró dos años en tejer cuatro kilogramos de cobre y trabajó varias horas por día para poder lograrlo.


Se ha presentado en cuatro exposiciones. La última fue en Salta. Han apreciado su trabajo como algo novedoso, nunca visto. Muchos han opinado que su producción reúne las tres manifestaciones del arte: pintura, escultura y dibujo.
Ninguna obra creada es igual a otra; es única. Hay una historia detrás de cada una que implica una conexión entre ella y el artista, que no se puede explicar; hay que sentirlo. Las piezas dicen mucho sobre su creador. El ellas se reflejan sus emociones, tanto la tristeza como la alegría o la nostalgia por la distancia que lo separa de su familia. Lo mismo sucede con la inspiración. Sólo hay que empezar a tejer el cobre y… la obra sale sola.


Elegir el arte como una forma de vida es un gran desafío personal. El camino del artista requiere dedicación, creatividad y una buena dosis de pasión por su obra que quiere compartir, pero a la vez, atesorar para sí porque es parte de su historia.
03.11.2021 Stockholm