Gino Ceccarelli-artista plástico, diseñador gráfico, investigador y consultor sobre cultura y turismo en la amazonía
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Gino Ceccarelli nació en la amazonía en 1960. Estudió en la Escuela Regional de Bellas Artes de Iquitos, en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima, en el taller de Cristina Gálvez, en el Corcoran School de Washington D.C., y en talleres de Grabado y pintura en París. Artista plástico, diseñador gráfico, investigador y consultor sobre cultura y turismo en la amazonía, caricaturista, ilustrador, escultor, decorador teatral, productor en proyectos de cine y televisión, articulista de opinión y escritor de domingos.





Desde hace 30 años su obra plástica se inspira en los mitos y leyendas de la amazonía y en la cosmogonía de las diversas culturas que en ella habitan.
Ha realizado mas de cuarenta exposiciones individuales, de las cuales sólo cinco en el Perú. Destacan las que hizo en el Museo de Arte italiano de Lima en 1987, en La Galería de la Banque Nationale de París en 1993, en la galería Nesle de París en 1995, en el Museo Casa de América en Madrid en 1997, en L’Arche de la Dèfense en París en 1998, en el Museo de la Nación de Lima en 1999, en el Museo Manzana de la Ribera en Asunción en el 2000, en el International Art Expo de Nueva York en el 2000, en la Universidad de Chile en el 2002, en la Mairie de Rennes en el 2003, en el Museo de Osma de Lima en el 2008 y el 2014, en el Museo de Arte de San Marcos de Lima en el 2010, En el 2,011 fue invitado respecial en la exposición “Comparaisons 2,011” en París, Expuso en la embajada del Perú en Washington DC el 2013, en la Universidad de los Andes en Bogotá, Colombia el 2015, en la Fondation Taylor de París, en la galería Peyer de Zurich y en la galería Abraco de Lisboa el 2,018. En el 2,019 fue invitado por Petroperú para una gran exposición “Entre el semi cielo y el semi mundo” en el museo de la Nación de Lima y en el 2,020 participó en la Bienal de Arte Indígena “Bitácora para un sueño”.
Email: ceccarelli2@hotmail.com
Web site: ginoceccarelli.com
Tel: 990968144
La Amazonía se está poniendo en primer plano ante los ojos del mundo, también por ser el tesoro ambiental que defiende y que preservará la vida cuando el mal uso de la naturaleza por la mano humana haya terminado de crear desierto donde antes hubo flora, fauna, armonía y belleza escénica. La Amazonía es una construcción integrada donde el bosque, sus especies, sus sonidos y olores, sus colores, sus cielos, sus ríos, sus aves componen un organismo vivo con el ser humano que la habita, sus hábitos y quehaceres, los tangibles y los rituales; sus estrategias de sobrevivencia y su historia, ágrafa, oral, holística y por tanto, entramada con las explicaciones míticas que definen el ser de toda sociedad. Para el poblador amazónico de siempre, los elementos que lo rodean poseen el mismo fluido vital que a él le da movimiento y energía, y al dialogar con los árboles y los mamíferos y los peces gigantes, ese hombre está reeditando una concepción de la existencia donde nada está fuera de lugar y donde la ruptura de la cadena de vida por algún factor externo, agresivo, extractivo, depredador, pone en riesgo la totalidad del universo.

El despunte de la Amazonía nos está mostrando a sus creadores. Desde hace unas décadas en los escenarios del arte, peruano primero y luego global, empiezan a surgir obras, tendencias, soportes, técnicas, temas, nuevos ante los ojos acostumbrados a identificar lo americano estrictamente con los andino, o dando un gran salto, con lo que se hace en Occidente bajo los parámetros modernos de la creación urbana. Son representaciones de la vida dentro del bosque tanto como de las imágenes citadinas generadas en el encuentro (o desencuentro, como se le quiera mirar) entre lo estático del mundo selvático y la urbanización occidental, catálogo de rupturas y discordancias.
Gino Ceccarelli, Rember Yahuarcani, Brus Rubio son parte de esa representación de la pintura amazónica de hoy que a la vez que devela lo más profundo de la cosmovisión amazónica, se engrana con el arte universal con el mismo derecho con el que se crea, se expone, se difunde y se comenta cualquier otra expresión creadora en cualquier otro lugar del planeta. La emergencia de estas manifestaciones artísticas nos debe llamar a un alerta, si es que queremos comprenderlas a cabalidad. Son las voces plásticas del universo cerrado de lo étnico y a la vez, las que dialogan con el arte tal como se este se manifiesta en cualquier paleta, taller, escuela y galería del “mundo oficial”. Toda creación artística es fruto de la poiesis, la potencia creadora del humano. Cada pieza así forjada expresa una mirada del mundo planteada desde el punto en el que la palabra sola resulta insuficiente. Este principio está en la base del proceso creativo en todas las culturas y en todos los tiempos. No verlo así en la pintura amazónica actual es reducir ésta a lo folclórico, a lo estrictamente antropológico, restándole el valor estético que comparte con las culturas del mundo entero. Embutir a la pintura amazónica en una ideología proteccionista e idealizadora sería repetir los mismos pasos en falso que dio el Indigenismo en varios países de nuestra América en la primera mitad del siglo XX, y que impidieron el sostenimiento de este arte en el tiempo.
Gino Ceccarelli es un artista iquiteño con antecedentes europeos directos en su biografía. Gran conocedor de lo popular que vive en la comunidad nativa tanto como en la urbe, comienza a crear a partir de una síntesis entre lo que vive y lo que aprende en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima, un mosaico de todas las nacionalidades que componen al Perú. Con el bagaje de lo experimentado desde un peculiar talento, de las pautas de su creación, parte a vivir por el mundo por largas temporadas, sobre todo en Europa donde se nutre del arte clásico tanto como de las tendencias en boga desde los años ochenta del siglo que pasó en adelante. Una vasta cultura lo acompaña y le permite asimilar lo que ve con lo que lleva. La conclusión de esa paradoja aparente es una visión a veces armónica, a veces rota, en la que se reinventan personajes imaginarios del bosque, del árbol y del remo entrando a las aguas oscuras del río; en lineamientos no visibles que engranan esa visión con el arte del mundo. Ciertos colores, la ubicación de personajes en estamentos escalonados del universo mítico y poderosos temas recurrentes – las sirenas, las lunas del cielo selvático-, ponen la continuidad con la composición, el uso de ciertos colores y la concepción sobre la figura humana que se rigen por principios clásicos que datan desde el siglo XV en la Europa hegemónica.
Brus Rubio combina en su ser las identidades Huitoto y Bora y sobre esta conjunción el artista afirma, “(ello)…me permite equilibrar entre dos espacios que son el mundo tradicional y el mundo cosmopolita”. Un diálogo constante con las fuentes de la sabiduría de los pueblos del bosque se complementa con lo que Rubio absorbe del arte que aprecia en la ciudad. Sus temas, pero especialmente sus materiales, son los custodios de la tradición y a la vez, los emergentes de su universalidad. El artista emplea como soporte la corteza de un árbol, a la que se llama llanchama, y con pinceles de tallo de hierba aplica el acrílico, pero si lo prefiere recurre al lienzo, sin conflicto alguno. La síntesis que se pone en evidencia en sus pinturas donde nada hace resbalar en lo que los artistas europeos de inicios del siglo XX, cegados por un concepto colonialista de la cultura, llamaban “arte primitivo”.
Su comunidad nativa se llama La Colonia y está ubicada en el distrito loretano de Pevas, un puerto donde confluyen los saberes de huitotos, boras y yaguas con los aportes de la migración interna y los clichés un tanto paternalistas de un turismo de crucero que quiere hacer contacto con “los primitivos” (otra vez). Se trata de Rember Yahuarcani, un hombre nacido en la etnia huitoto que con el tiempo ha llegado a un punto en el que se desplaza por buena parte del mundo compartiendo su arte pictórico (aprendido de su padre) a la vez que difunde la mitología de los ancestros amazónicos, que le legó su línea materna. Yahuarcani, ya con una poderosa obra pictórica expuesta, ahora ha ingresado de frente al mundo de lo intercultural con la finalidad de romper con los esquemas que separan con rigidez lo tradicional de lo moderno. Su pesquisa actual va por descubrir cuál es el sentido de la palabra “arte” en la cosmología de su pueblo, el pueblo huitoto.
Tres artistas amazónicos de primer nivel, cada uno con una mochila de experiencias y de proyecciones imposibles de englobar en un solo concepto. Pretenderlo sería adocenarlos en una categoría de esencia creadora ya superada por la post modernidad y todo lo que vino por delante. Las obras de Ceccarelli, Rubio y Yahuarcani son objetos artísticos, como lo son las construcciones impulsadas por el flujo creador que vive en los artistas, sea cual fuere su cultura, su tradición, su paisaje, su vida.
Arte amazónico, sí, y por ello arte universal.
Rafo León, Lima 2018






PARA GINO CECCARELLI
El centauro coronado está en la cruz, doliente y manso entre las hojas de los aguajales de la selva o el otoño francés. La mujer centauro toma, la luna de madera entre los cielos. Nubes de nácar del renacimiento y unas hojas de plátano en la niebla. Abajo, la ciudad de París. Un ojo azul en la ventana. Las cúpulas y el puente sobre el Sena pertenecen a otro cuadro. No al cuadro, en todo caso, el otorongo negro destella su mirada para siempre. La mujer centauro en el embarcadero es la corola dorada de la flor. De la gran flor que se abre luminosa, botes de palo, en el río de la vida y de la muerte.
Este es el territorio de los dioses mayores y menores. Por momentos se atisba la catedral de Notre Dame y, sin embargo, todo está comprendido entre los horizontes infinitos del gran padre Amazonas. No son los rosetones, son las semillas. No son las columnatas, son los bejucos. No son las golondrinas, son las pirañas. No son los frontispicios, son las copas de los árboles que se apoderan de la luz del sol, de todos los soles, habidos y por haber, del universo.
Los dioses mayores y menores tienen cuerpo de mujer. Son, a secas, mujeres. Cuerpos hechos de magia y de madera. De la misma sustancia que están hechos los sueños y el amor. Entre la selva inmensa, el Olimpo se pierde como un pihuicho audaz en la tormenta. Leda no es seducida por un cisne, que en realidad es Zeus, sino por una boa. Y Leda, al mismo tiempo, la Leda de los griegos, es una nativa yagua en realidad. Se revuelven las fieras en la noche. Son los ullidos que no se pueden ver.
Antonio Cisneros













SUDAR COLORES
Primero conocí Iquitos, luego a Gino, y luego sus pinturas. Y todo me hizo sentido. Le creí. Le creí que era loretano, le creí que pintaba acerca de lo que sabia y lo que le atraía y le creí que sus obsesiones, sus colores, sus mujeres apenas legales y ese sudor. Mirando lo que plasma Gino Ceccarelli uno ingresa a un mundo sudado, imaginario pero ni tanto, altamente erotizado pero nada de perverso, donde lo natural es enfrentar la vida eyaculando colores y no temiéndole a nada. Ceccarelli es de esos pocos artistas con que uno se topa que no solo no le teme a la vida o se esconde o angustia por ella sino, muy por el contrario, la celebra, la goza y tiene claro que no tiene demasiado tiempo para sacarle todo el provecho. Quizás por eso pinta. Para vivir aun más.
Alberto Fuguet










22.12.2021 Stockholm