El T’inkay del Ayllu Maqquera en el Gran Teatro Nacional del Perú

 

Gizeh Castañeda Toledo

Licenciado en Arte, Gestor Cultural, Fotógrafo

Productor del Proyecto Paisaje Cultural Sonoro

Fotografía. Gizeh Castañeda

Un Ayllu, en quechua es la palabra que define lo que es una familia. Era la palabra que definía a la primera comunidad. El Ayllu es la relación consanguínea, desde tiempo antes de los Incas, concepto que mantenía firme y fuerte la unión de sus miembros bajo la responsabilidad de aprender para trasmitir un conjunto de leyes, formas de comprender, agradecer y festejar que rigen el Mundo Andino. 

Tuve la fortuna de poder conocer a los integrantes del Gran Ayllu Maqquera de la comunidad de Hatun Pampa de Pumahuasi, en el distrito de Yauri, provincia de Espinar en el Cusco; quienes, desde hace 200 años, según la memoria de sus antepasados representan con alegría y compromiso una serie de eventos rituales donde se ofrenda a la Madre Tierra o Pachamama durante distintos momentos del año. 

Fotografía. Gizeh Castañeda

De todos estos momentos de carácter festivo y propiciatorio, el T’inkay o el acto de “pedir y agradecer” es el más importante y se encuentra en peligro de desaparecer como practica cultural.  El T’inkay es el acto de esparcir chicha con las puntas de los dedos hacía las montañas, los ríos, seres míticos y tutelares, con el fin de agradecer y solicitar la abundancia de agua, alimento y fertilidad para todos los seres de la naturaleza. 

El T’inkay que se representó este 10 de marzo en el Gran Teatro Nacional del Perú en Lima, dentro del Proyecto Musical Paisaje Cultural Sonoro, trata del inicio y desarrollo de la festividad más importante del año: Los Carnavales. Es el festejo de la naturaleza y de todos los seres que habitan en ella. Tomando mayor hincapié en el cumpleaños de sus ganados y la agricultura. 

Fotografía. Gizeh Castañeda

EL AYLLU MAQQUERA Y SUS MEMORIAS

Buscando en la memoria de los integrantes del Ayllu Maqquera, sobre todo de los hermanos ejecutantes que son cabeza de familia; la memoria de mayor antecedente refiere a el recuerdo de los bisabuelos de los 7 hermanos. Nos referimos al Señor Fabián Maqquera y Doña Mauricia Quispe, quienes fueron padres de Félix Maqquera Quispe. El señor Félix, se casó con Doña Teresa Merma Cruz; quienes tuvieron siete hijos: Rudecindo, Ceferino, Gumersindo, Antonio, Isidro, Santos y una hija Doña Santusa Maqquera Hilario. Ellos son ahora cabeza de familia cuyos hijos y nietos siguen practicando el T’inkay y demás tradiciones que han sido inculcadas por generaciones desde Don Félix Maqquera hasta la quinta generación que hoy continúa con esta celebración.

Ello nos remonta hasta hace 200 años atrás, desde cuando se tiene memoria del trabajo de aprendizaje y traslado de conocimientos. Tomando la enseñanza del T’inkay como festejo y ritual más importante, este proceso empieza en los integrantes del Ayllu Maqquera desde muy temprana edad.

Fotografía. Gizeh Castañeda

En los varones, la formación se inicia con la ayuda en los preparativos, en el trabajo de la tierra y ganados. Pero era con la obtención del Pinkuyllo o flauta, que se iniciaba el proceso de formación para tocar, para aprender a sacar los sonidos y poder adaptar el cuerpo a la posición dada las dimensiones del instrumento. En el caso de los varones que aprendiendo a tocar el Pinkuyllo o flauta, iniciaban parte de su formación como Ch’uku o soltero, el proceso se extendía luego del instrumento a la danza y al rol que tiene el varón, los cantos, las melodías y la demostración de fuerza física sobre todo en su rol ritual de apareamiento. 

La formación en las mujeres como Solteras empieza desde muy temprana edad, con los trabajos de asistencia y organización de la festividad en lo que respecta a la preparación de la chicha y demás potajes a servir en el T’inkay o ritual. Pero también en la preparación de los atuendos de su vestimenta como soltera, en la confección de las prendas para los demás miembros. Así pues, tejen chalinas, ponchos, P’huytu, chumpis con los motivos iconográficos característicos del Ayllu y la zona de Pumahuasi. Luego viene el rol como Soltera en el T’inkay y carnavales, quien es la contrapartida del Ch’uku en la animación de la fiesta y es la que domina el espacio con su voz al son del Pinkuyllo, con sus composiciones, que son odas a la naturaleza y la fertilidad. 

Las memorias de las mujeres del Ayllu rememoran a Doña Teresa Merma, esposa de Don Ciriaco Maqquera. Pero además recuerdan las enseñanzas y vitalidad impartida por Doña Aniceta Quispe de Hilario, madre de Doña Teresa Merma. Ambas han dejado una huella imborrable de identidad y trabajo en las mujeres descendientes del Ayllu, que hoy en día son las empoderadas en sus roles.

EL T’INKAY
T’inkay tiene varias acepciones (…) en el aspecto de carnavales, es una ceremonia completa, que se inicia en la mañana a partir de la las 4 o 5 de la mañana y concluye en la noche más o menos a las 9 o 10 de la noche. Generalmente esta ceremonia dura un par de días. Cuando yo era niño o adolescente, esto duraba casi cuatro días”. (Isidro Maqquera Hilario)

Fotografía. Gizeh Castañeda

En el mundo andino desde hace mucho tiempo, con la llegada de los primeros habitantes, se establecieron y practicaron eventos mágicos, rituales y propiciatorios. Las pinturas rupestres nos muestran a estos habitantes organizándose alrededor de la caza y domesticación de los camélidos. Escenas de apareamiento y rituales siempre proyectados bajo la mirada de un personaje importante al cual se le mostraba o actuaba la escena.

De estos primeros rituales hace miles de años hasta nuestros días, los actos ofrendatorios y sus formas de expresión han ido cambiando y dando origen a sus propias particularidades. Pero es en el T’inkay, cuyo significado literal es el acto de “rociar el licor”, en ofrenda a la Madre Tierra o Pachamama; que se da una sumatoria de actos llenos de simbolismo que provienen desde estos tiempos inmemoriales.

Fotografía. Gizeh Castañeda

Después de la Pachamama, considerada femenina y madre de todo, vienen los dioses que habitan en ella, como la nieve perpetua, es decir las montañas nevadas, las lluvias, los ríos, los animales como el Puma y el Cóndor. La naturaleza es concebida como un todo del cual, el Ayllu forma parte y los demás seres que los rodean son sus hermanos, con quienes comparten la vida y sus espacios. En este sentido y siguiendo este orden, el T’inkar, se convierte en el acto inicial que apertura un mundo mágico, mítico y poderoso, cuando el Sacerdote Andino sea por su experiencia, enseñanza o designio divino, pide permiso y realiza una serie de actos propiciatorios. Todo ello buscando la bendición de la vida y la abundancia de manera general, es decir para todos los seres que habitan la Gran Madre Tierra.

Fotografía. Gizeh Castañeda

Es aquí que llegan los carnavales en los meses de febrero o marzo, dependiendo del calendario, que es además la festividad más importante porque es el “Cumpleaños de la Naturaleza”. Y el T’inkay como evento principal es el agradecimiento mayor que se puede dar a la Pachamama, dado que se inician los actos de petición y agradecimiento a toda la naturaleza. Con el T’inkay se interpretan las señales que los guiarán para obtener la abundancia de los ganados, de la cosecha, de los pastos y de la familia, durante un periodo de tiempo.

LA RITUALIDAD DEL T’INKAY

Fotografía. Gizeh Castañeda

Según la Antropóloga Carmen del Pilar Cuyo Quispe, la esencia de la ritualidad del hombre andino de la Comunidad de Pumahuasi, está íntimamente ligado a la naturaleza y el medio ambiente. Esto empieza con la identificación de las montañas, ríos, lagunas, la flora y fauna que habitan en la comunidad. Lugares arqueológicos, miradores y puentes; lugares sagrados que hablan al hombre andino a través del Altomisayoc, el Pampamisayoc o el Paco.

 El Altomisayoc o también Sacerdote Andino, será el conector y guía, el que verifica que el ritual y los preparativos sean precisos, el que interpretará al leer las hojas de Coca si podrá o no abrir la Mesa Q’epe o mesa ritual para iniciar el T’inkay. Para ello debe solicitar a los Apus o montañas, al Dios Trueno o Illapa, a la Pachamama o Madre Tierra, el permiso para iniciar con los preparativos y consecuente celebración.  Estos actos rituales, tienen como antecedentes tiempos tan lejanos como épocas de la domesticación de los camélidos e inicio de la agricultura. 

Pero debemos hablar, como nos dice Carmen del Pilar Quispe, de la relación e interpretación del entorno y ahí viene el lado simbólico que se da con la presencia y ritualidad del Altomisayoc y el personaje representado por el Ch’uku o danzante masculino, quien imita la fuerza, abundancia de pelaje y virilidad de la alpaca macho. 

Este personaje masculino está acompañado de la Soltera, quienes de la mano del T’incacuy o Patrón y bajo la dirección del Sacerdote Andino a son de toque de Pinkuyllo o flauta y los cantos de la soltera, inician el ritual de agradecimiento y festejo, con sus animales, en los corrales donde estos viven; frente a sus Apus y Dioses Tutelares.

Fotografía. Gizeh Castañeda


DESDE PUMAHUASI AL GRAN TEATRO NACIONAL

Varios factores conjugan de manera directa e indirecta, en la desaparición de las tradiciones originarias del Perú profundo. La llegada de diferentes religiones, que juzgan estas celebraciones rituales como satanismo. La minería en la zona que no solo quita los recursos hídricos tan importantes y que trae cambios culturales negativos y foráneos; sino que además quiebra el sistema comunal atomizando a los campesinos para apropiarse de sus terrenos antes tierras de pastoreo y agricultura. En este contexto, el T’inkay se levanta aguerrido y vivo frente a una realidad que no le es propicia, pero que tiene en el Ayllu Maqquera a sus portadores. Portadores que llevan con orgullo y fiereza lo heredado por sus ancestros. Desde las Pampas frías y duras de Pumahuasi, escenario natural que es el único lugar en el que se da el T’inkay, sus portadores han buscado poder mostrar más allá de Cusco esta tradición y sus conceptos. Buscando que arraigarla en el corazón y memoria de los demás, para que no se pierda. Para que se sepa que el hombre andino es hijo de la Madre Naturaleza y que sin ella y el respeto correspondiente no habrá nada. No habrá sueños, ni futuro.

Fotografía: Rubén Ruiz – Gran Teatro Nacional

Y ese mensaje llegó a las personas que hacen posible que el Gran Teatro Nacional del Perú, cobije a sus hijos portadores de cultura y los muestre al mundo con los brillos y la gala que doscientos años de tradición traen consigo.  Viajar desde tan lejos cortando la cordillera para llegar a Lima, la gran capital, esperanzados y comprometidos con la labor de mostrarle al Perú que ellos están ahí, que son parte de un país que a veces les ha dado la espalda, pero que ahora se reivindica con la gran oportunidad de presentarse en el Teatro Nacional.

 

Y así fue la presentación del Ayllu Maqquera, escenificando el T’inkay como nunca antes se había hecho, en un espacio que no había hecho un encuentro como este. Y el resultado fue la emoción que albergó a los espectadores que emocionados y vibrantes se identificaban con el idioma quechua, con las tradiciones, con la Madre Tierra, con la belleza y fuerza de sus cantos y danzas, de la sutil elegancia de sus solteras, la fuerza y fiereza del Ch’uko. Todos bajo el mando y guía del sacerdote Andino, quienes en su conjunto trasladaron hasta el Gran Teatro Nacional, a sus Dioses Tutelares y derramaron bendiciones de abundancia para todos. 

Fotografía: Rubén Ruiz – Gran Teatro Nacional

El mensaje fue hermoso y poderoso, los hijos y generaciones futuras de Espinar en Cusco, llevan un ejemplo de lo importante que es mantener esta identidad y manifestación cultural, los hijos andinos que viven en Lima retornaron en su memoria al asombro y cariño por sus orígenes, los entendidos y gestores culturales, entendieron que es mucho lo que hay por hacer y eso es maravilloso. El teatro, se llenó, vibró, lloró y finalmente quedo en silencio, como la más hermosa caja de recuerdos que guarda la cultura de un país y de sus representantes.

 Fotografía: Rubén Ruiz – Gran Teatro Nacional

Gracias a la gestión de Ivan Escalante, licenciado en Turismo y experimentado guía de aventura

Agradecer a Sonaly Tuesta, gran difusora de nuestra cultura. Agradecer a Miguel Chivilches, a Fernando Urcia, Toshi Uehara y Max Corahua  

Este es el link para que puedan verlo: https://envivo.granteatronacional.pe/video/ayllu-maqquera

 

 

 

18.04.2022 Stockholm

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